La pandemia del coronavirus ha puesto el foco en distintos aspectos que antes eran invisibilizados. Tal es el caso de los empleos de cuidado. En términos de empleo, el sector de cuidados no resulta muy atractivo en los países de América Latina y el Caribe, particularmente en lo que respecta a las condiciones de empleo. Esto se debe a que los salarios suelen ser bajos y suelen estar sujetos a trabajos flexibles que no cuentan con todas las garantías y controles del Estado. Al mismo tiempo, son personas que se enfrentan – especialmente con el COVID-19 – a grandes riesgos laborales.
El COVID-19 ha generado una ecuación especialmente peligrosa para los trabajadores del cuidado. Teniendo salarios bajos, la mayor parte de ellos deben acudir al multiempleo, lo que ha representado una mayor exposición a la posibilidad de contagio. Al mismo tiempo, son trabajadores en general en condiciones de informalidad, lo que reduce las posibilidades de que accedan a la seguridad social. Con menos posibilidades de contar con seguros de salud, son trabajadores que se mantienen expuestos al contagio de coronavirus.
La situación de los cuidadores en América Latina
De la mano de lo mencionado con anterioridad, explica el BID que:
“En vista de estas condiciones laborales, no es de sorprender que la oferta de servicios de cuidado en nuestros países sea insuficiente. Esta realidad no solo es preocupante en el momento presente: América Latina y el Caribe es la región que envejece más rápido en todo el mundo, así que estamos metidos en un gran problema de cara al futuro. Además, los familiares (y especialmente las mujeres de la casa) son en muchos casos quienes suelen asumir – de manera informal – las responsabilidades de cuidado, pero la disminución del tamaño de los hogares y la creciente participación laboral femenina resultarán en una oferta cada vez más reducida de cuidadores familiares (en México, por ejemplo, cerca de uno de cada cuatro adultos mayores con dependencia severa no contaba con ningún servicio de atención en el 2015). Por otro lado, la oferta actual se enfoca en grupos muy pequeños de la población: solo quienes tienen recursos pueden pagar un cuidador, y, en el caso de los programas públicos, el universo de beneficiarios suele restringirse en base a criterios como edad, nivel de dependencia y nivel socioeconómico”.
De la mano de lo mencionado anteriormente, resulta indispensable mejorar las condiciones laborales de los cuidadores en la región. para esto, es necesario que los gobiernos avancen en esta dirección e implementen políticas en las que se pueda facilitar una mejor formación profesional y un mayor acceso a capacitaciones, licencias y certificaciones.
Por el cuidado de los cuidadores
Es indispensable que los gobiernos de la región incorporen políticas públicas que promuevan una valoración social de las tareas de cuidado, como así también de la salud de los cuidadores, tanto física como mental. Mejorando, además, las condiciones laborales de los trabajadores del cuidado, se va a poder construir esta como una posibilidad de empleo atractiva para los jóvenes, formando más profesionales en esta área.
Añade el BID que:
“Los gobiernos de la región deben comenzar a diseñar e invertir en sistemas integrados de atención para las personas en situación de dependencia funcional, y los trabajadores del cuidado (…) Así, para mejorar la retención de los cuidadores en el sector, es imprescindible incrementar su seguridad en el trabajo, brindarles oportunidades de formación y remunerarles con salarios decentes, ofreciéndoles así mejores condiciones laborales”.